25 feb 2012

CUARESMA… CUARENTA DÍAS PARA APRENDER A DANZAR


Por Mª Carmen Ferrero hcsa
Publicado por Fe Adulta

Cambiaste mi luto en Danza (Sal 30)

Sé que eso de DANZAR no es el “tema estrella” para iniciar la Cuaresma… ¿O sí que es?

Al iniciar la Cuaresma la palabra más repetida y la música que suena de fondo en nuestras lecciones aprendidas, es la palabra “conversión”.

Todos los años, año tras año (y para alguna de nosotras ya son muchos) al empezar la Cuaresma hablamos de conversión… es lo que toca… como si esto de la conversión fuese cosa de cuarenta días al año.

A mí la Cuaresma, hoy, aquí y ahora, me suena a danza…, a una danza cuya banda sonora está compuesta en movimiento “allegretto” y en cuyas notas desafina hasta la estridencia aquello de: “Perdona a tu pueblo Señor… no estés eternamente enojado… perdón y clemencia…” porque, en esta partitura, Dios “suena” a Padre, a ABBA, a abrazo hecho compasión y perdón sin división alguna… Permanentemente ABRAZO.

¿Por qué nos empeñamos en mantener una “música de fondo” cuya imagen de Dios es la de un Dios enfurecido, enojado y que perdona cuando hacemos determinados actos piadosos?

Esta música no nos invita a danzar, al contrario, paraliza nuestro ritmo y nos deja “agarrotadas” en la pista de baile de la vida, incapaces de oír la música que suena a seducción y festejo: “La seduciré, la llevaré al desierto, le hablaré al corazón y me casaré con ella”.

Un “cursillo” intensivo de Danza

Hoy hay muchos libros de autoestima que tiene títulos sugerentes: “Aprenda a ser feliz en diez días” “Como vencer la timidez en treinta días”… Pues yo propongo otro título: “Como aprender a danzar con la Banda sonora del Evangelio ¡en cuarenta días!”.

Vamos a recorrer los evangelios de los cinco domingos de Cuaresma y dejarnos llevar por la música de fondo: cinco pasos de la Danza de Dios.



EL DESIERTO Y LAS TENTACIONES.
Mt 4,1-11
LA DANZA DE LA TOTALIDAD

Entonces el Espíritu llevó a Jesús al desierto…

“Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto”.

El “desierto” es un lugar privilegiado para iniciar “nuestra danza cuaresmal”, un espacio especial para aprender a Danzar al ritmo del Espíritu.

Jesús, nuestro Maestro de “baile”, fue llevado por el Espíritu, es decir, es un Maestro que “sabe mucho” de esto de “dejarse mover” desde dentro por el Dinamismo del Padre.

Desde este dejarse mover, acoge el “desierto” como ese espacio donde se nos revela que nada es nuestro y nos remite en TOTALIDAD al Dador de la VIDA, al que nos SOSTIENE.

“Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto”… Esta es la “música de fondo” que nos susurra el desierto y esta es la música que marca los primeros pasos de nuestra Danza.

Quizás en este primer momento sea necesario “desaprender” muchos de los ritmos con los que nos hemos vivido hasta ahora, y que han marcado nuestro estilo de “bailar” y de movernos en la vida.

Quizás estos ritmos están marcados por la música del: tener, poder y aparentar… donde el ego se constituye en el “director de orquesta” de nuestra vida.

TENER

… Porque hemos introyectado en nuestra vida aquello de: “tanto tienes, tanto vales”, y en el tener hemos puesto toda nuestra seguridad sin darnos cuenta, de que la seguridad en nuestra vida no la da el tener sino el ser.

PODER

Poder que se nos cuela hasta en nuestras relaciones y acciones cotidianas, en nuestras expresiones hacia los otros, poder que ejercemos con nuestras posiciones inamovibles y nuestras ideas intocables, creyendo que las ideas forman parte de mi “identidad” y olvidando, de este modo, que la identidad no está en la cabecita, ni “soy” aquello que pienso sino que tiene su origen en Aquel que es la FUENTE de nuestra IDENTIDAD, la PRESENCIA que “desvela” nuestra verdadera Identidad hasta vivirnos como PRESENCIA.

No somos lo que “pensamos”, somos lo que somos en El que es.

En ese lugar, desaparece todo signo de “poder” porque solo hay VACÍO… NADA… PLENITUD… TODO.

La “banda sonora del poder, del tener, del aparentar… sólo está en nuestra mente, una mente alimentada por el ego porque necesita: tener, poder y apariencia para vivir.

APARENTAR

Tras el disfraz de la imagen ocultamos nuestros vacíos y temores y buscamos el aplauso de los otros para sentirnos más o menos bien en nuestra piel. Tras el disfraz de la apariencia vamos ocultando nuestra necesidad de que nos tengan en cuenta, nuestro deseo inconfesable de ser la guinda del pastel… nuestra hambre de cariño.

Primera lección de la Danza de la TOTALIDAD. Giro de 360º y vuelta entera…

Un “giro” total y una vuelta total de nuestra vida para salir de ese espacio que aprisiona nuestra vida y poder saltar al CENTRO de la pista, agarrarnos fuertemente al “BAILARÍN” y descubrir que abrazadas al Bailarín:
dejaremos de buscar nuestro propio “pan” para preparar la mesa de la fraternidad universal donde todo sabe a pan y a hogar y nos experimentamos unos en el UNO.
dejaremos de necesitar que “los ángeles nos lleven en volandas” y aferradas al Maestro, llevaremos a otros y cantaremos mientras danzamos: “todas mis fuentes están en Ti”.
dejaremos de escondernos en los mil pliegues del poder, para vivir desde el servicio y ser expresión de la vida, y vida en Plenitud.
Con el “giro” de esta Danza, saltamos al Centro donde se nos regala el ritmo de la TOTALIDAD y donde saboreamos que dar culto a Dios y adorar a Dios en totalidad, nos va introduciendo en el “baile de la confianza plena”… en la música de la DOCILIDAD a Dios como único MAESTRO y BAILARIN de nuestra vida.

La voluntad de Dios marcó el ritmo en la vida de Jesús, y lo marca en la nuestra si nos abrimos a su Música que se nos manifiesta en alta fidelidad.

Desde ahí, aprenderemos a danzar acogiendo el darse de Dios y nos convertiremos en la “danza” de su darse en el mundo. “La creación es la Danza de Dios”.

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