La conocida revista Forbes publicó su esperado listado anual de las personas más "poderosas" del mundo para el año 2012. Una vez más el Papa Benedicto XVI se coloca en el top ten de los 71 líderes mundiales que reporta el artículo World's Most Powerful People: The 71 Leaders Who Matter.
¿Novedades respecto a lista de años precedentes? Si en 2011 el Papa aparecía en la séptima posición, en esta edición de 2012 vuelve al cuarto puesto que recibió en la clasificación de 2010. Delante de él están tres políticos: Barack Obama, Angela Merkel y Vladimir Putin, además del multimillonario Bill Gates.
La revista destaca algunos elementos periféricos sobre el porqué decidió posicionarlo en la clasificación poniendo contrastes entre la cantidad de católicos que hay en el mundo y los que practicas lo que el Papa predica.
Colaboradores de Forbes analizan la clasificación en este video:
Los otros cinco puesto del top ten de la lista son para Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal; Abdulá ben Abdulaziz Al Saud, rey de Arabia Saudita; Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo; Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista Chino; y David Cameron, primer ministro del Reino Unido.
Durante la homilía por la misa de Cristo Rey el Papa aclaró qué significa "reinar" en la Iglesia (algo que obviamente no consideró Forbes):
Está claro que Jesús no tiene ninguna ambición política. Tras la multiplicación de los panes, la gente, entusiasmada por el milagro, quería hacerlo rey, para derrocar el poder romano y establecer así un nuevo reino político, que sería considerado como el reino de Dios tan esperado. Pero Jesús sabe que el reino de Dios es de otro tipo, no se basa en las armas y la violencia. Y es precisamente la multiplicación de los panes la que se convierte, por una parte, en signo de su mesianismo, pero, por otra, en un punto de inflexión de su actividad: desde aquel momento el camino hacia la Cruz se hace cada vez más claro; allí, en el supremo acto de amor, resplandecerá el reino prometido, el reino de Dios. Pero la gente no comprende, están defraudados, y Jesús se retira solo al monte a rezar, a hablar con el Padre (cf. Jn 6,1-15). En la narración de la pasión vemos cómo también los discípulos, a pesar de haber compartido la vida con Jesús y escuchado sus palabras, pensaban en un reino político, instaurado además con la ayuda de la fuerza. En Getsemaní, Pedro había desenvainado su espada y comenzó a luchar, pero Jesús lo detuvo (cf. Jn 18,10-11). No quiere que se le defienda con las armas, sino que quiere cumplir la voluntad del Padre hasta el final y establecer su reino, no con las armas y la violencia, sino con la aparente debilidad del amor que da la vida. El reino de Dios es un reino completamente distinto a los de la tierra.
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